Ya tenía preparados los trajes nuevos y los guantes para los padrinos de las colmenas, el ahumador, los banderines de colores, la señalización al colmenar, las fechas de visita óptimas. Ya están puestos los nombres que han elegido los padrinos en las colmenas con un vinilo amarillo muy melífero. Me había hecho a la idea de llevarles al colmenar aunque todo esté muy seco. Estaba preparada la cabaña donde explicar con una colmena de observación cómo viven las abejas. Todo listo.
Y llegaron los abejarucos.
Una de las aves más vistosas de la fauna europea y, como su nombre indica, experta cazadora de abejas. Una nutrida bandada se está pegando un festín a costa de nuestras chicas, de modo que me voy a conseguir de nuevo una furgoneta prestada y las voy a trasladar a Burgos con mi padre este fin de semana.
Si las condiciones ambientales fuesen otras, la presencia de abejarucos sería más tolerable. Pero con las olas de calor sucesivas el campo está sin flores, y si no hay entrada de polen en la colmena la abeja reina deja de poner huevos. De modo que el número de abejas va en descenso al no nacer crías nuevas y la miel almacenada para el invierno se va consumiendo al no haber entrada tampoco de néctar. Si a esto le sumamos unos preciosos y cantarines abejarucos anidando en la zona, pues apaga y vámonos. Que es lo que haremos este sábado, hoy.
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P.D.: Merops apiaster, más bonito no puede ser.
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